Respirar, el camino hacia la vida
EL CAMINO HACIA LA VIDA
Como seres humanos disponemos de una considerable cantidad de herramientas con las que configurar la vida de modo que, transitar por ella, sea una tarea mucho más liviana. Conviene dejar de perdernos invirtiendo esfuerzo y tiempo en aspectos de nosotros mismos que son, per se, causas perdidas.
Atender a la vida que pensamos “nuestra” desde una parte limitada (y limitadora) de nosotros mismos es un error que el grueso de los seres humanos hemos cometido desde tiempo inmemorial y que seguimos cometiendo. El ego humano, esa parte de nosotros a la que me gusta llamar el “ego puñetero”, en cierto modo nos ofrece su ayuda; desde que iniciamos el proceso de convertirnos en seres “adultos” hay una parte de nosotros (por expresarlo de algún modo) que nos habla, que pretende guiarnos siempre en función del resultado de experiencias pasadas, de creencias y valores preestablecidos por alguien ajeno a nosotros pero a quien otorgamos poder en el sentido de que le damos autoridad. Sin embargo, llega un momento (o puede que lo empecemos a percibir progresivamente a partir de diferentes instantes clave de la vida) en el que esta forma de actuar, influenciados (que no guiados) por esa voz, deja de tener sentido para nosotros. Es posible que ya te haya ocurrido. Sientes que hay algo que tira de ti de una forma diferente, abrazadora, que te acoge susurrando (aunque con vitalidad y fortaleza) inspirándote. Y te das cuentas de que cuando le has hecho caso, te instalas en una paz profunda y a prueba de condiciones.
Esa fracción de nosotros mismos a la que denominamos ego, parte, como decía, del resultado de ciertas experiencias (tuyas o de otros) y, de algún modo es como un gato escaldado que nunca más se acercará a un cubo de agua caliente; lo consideramos amigo porque nos ayuda a evitar lo desagradable y pretende, que tan a menudo como sea posible, alcancemos la zona de placer en la que nos sentimos tan a gusto.
Pero esta forma de vivir nuestra vida es, a medio y largo plazo, ciertamente estresante, angustiosa y sobre todo, cansada. Como apuntaba Krishnamurti, viviendo de este modo creamos una sociedad fragmentada, debilitada puesto que se asienta en parcialidades, extremos, polaridades. Es como si continuamente anduviéramos sobre ascuas ardiendo, dando saltos para evitarlas, sin saber con certeza cómo trascenderlas.
Como te decía al inicio, disponemos de diversas herramientas que viajan con nosotros continuamente; vienen de serie y para utilizarlas sólo tenemos que localizarlas. Aunque no siempre resulta fácil hacerlo. ¿Sabes de qué depende? Depende de nuestra capacidad y voluntad para hacernos conscientes de ello.
LA CONSCIENCIA.
Ponerla en juego es fundamental para recorrer el camino hacia la vida. Una forma sencilla de comprender qué es la consciencia es a través de la figura del foco; poner el foco de atención en algo es el paso previo e ineludible para dejar de mantenerse en la distracción. La vida actual, sobre todo en las llamadas sociedades avanzadas, está conformada por una enorme y diversificada cantidad de distracciones. Entretenimiento al alcance de cualquiera, distracción sin límite y en cualquier momento. El resultado es que tu mente está continuamente ocupada. Todo va muy deprisa y los conceptos de calma, de paciencia casi casi pasan completamente desapercibidos. Y para colmo, el noventa y cinco por cien de las cuestiones en las que se interesa tu mente son repetitivas e innecesarias.
La mente, los procesos mentales, son los protagonistas de tu día y te mueven en direcciones diferentes y sin sentido. A veces incluso opuestas. Te repites, como un loro y te estresas en la creencia de que, cuanto más te ocupes de darle vueltas a los asuntos que te preocupan, cuanto más pienses y repienses lo que te acongoja, mejor resultado sacarás. Pero, es un error.
La famosa Era de Acuario en la que nos encontramos inmersos nos indica muy claramente que es ahora, o no será nunca, cuando los humanos hemos de alcanzar la tercera vía. Y esta radica en desarrollar la capacidad para encontrar, en todas las facetas de la vida pero, fundamentalmente en la propia esencia de nuestra vida, el punto de fusión, el encuentro entre los polos que, aparentemente, son opuestos. Ya no se trata de elegir, "quiero esto porque es mejor y rechazo aquello porque me disgusta". No. Se trata de hallar lo mejor de ambas opciones y en un acto máximo y hermoso de confianza y creatividad, dar forma y contenido a nuestra mejor obra.
LA SEMILLA DEL CAMBIO
Pasa sin duda porque empieces a cambiar este comportamiento que, en gran medida y aunque seas ignorante de ello, es compulsivo. Para ello nada mejor que empezar por lo más básico, pero no por ello carente de importancia; comenzar atendiendo a tu respiración. Salirte del ego depende en gran medida de que desarrolles esta capacidad innata para acogerte a tu respiración. Por que ¿qué es respirar?
Respirar, respirarse, respirar la vida tiene poco (por no decir nada) que ver con una respiración automatizada, despreocupada y, sobre todo, desatendida. El proceso de respirar requiere de consciencia. Una sagrada dosis de consciencia.
Cuando respiras se producen diversos procesos. Los obvios, aquellos que, desde el punto de vista de la ciencia pura y dura, hacen referencia a las necesidades básicas del organismo: mantenerte vivo.
Pero existen otros aspectos que son fundamentales y que, tal vez desconoces puesto que, si fueras conocedor de ellos, prestarías más atención a tu proceso respiratorio.
EL MASAJE INTERNO
Respirar es una de las mejores y más poderosas formas que tenemos de fortalecer los órganos internos, la musculatura y el sistema nervioso. Para empezar, respirar conscientemente implica ser uno con tu cuerpo; y esto es mucho más relevante de lo que seas capaz de imaginar. Ser uno con tu cuerpo significa que dejas de percibir a tu organismo como algo diferente a ti (sí, sé que desde el ego lo primero que dices es “este es mi cuerpo”, pero en una instancia más profunda, a un nivel inconsciente hay un reconocimiento claro de que tú y tu cuerpo sois cosas distintas), dejas de entenderlo como una maquinaria que funciona al margen de tu voluntad; dejas de verlo como verías a tu coche, como algo a lo que has de alimentar y que puedes llevar a “reparar” cuando se estropea.
Desde luego, en absoluto hablo de que te identifiques con el cuerpo, de lo que te hablo es de que seas consciente de hasta qué punto eres capaz de convertir tu vehículo físico en una herramienta poderosa, extremadamente valiosa, para que tu viaje por la vida se convierta en una experiencia infinitamente más grata y liviana.
Cuando imbuyes a tu cuerpo de una respiración consciente le estás otorgando un poder fabuloso que te permite, para empezar, fortalecerlo. Tú mismo, con el paso de los días, te das cuenta de que te sientes de otra forma, observas tu propia realidad con otros ojos. Y, en función de lo atento que estés serás capaz de reconfigurar las situaciones que se presenten en tu vida con gracia y sutileza.
EN FUNCIÓN DE A DÓNDE VAYA LA RESPIRACIÓN, ASÍ SERÁ TU PRESENTE
¿Sabes que dependiendo de por cual de tus orificios nasales entre el aire estarás activando un hemisferio cerebral u otro?
Sí. Así es. Y ¿qué significa esto? Pues que el conocimiento que poseas respecto a cómo respirar en función de qué sea lo que requiera el momento, será clave para que tu disponibilidad ante la vida sea la más adecuada.
Y, aunque es posible profundizar aún más, por ahora me quedo en este esbozo y te presento la propuesta; aprende a respirar conmigo. Toma las riendas de tu vida. Empieza a potenciar tu consciencia sobre ti. Y transforma de una vez tu realidad. Esa que tanto te disgusta.
Paloma I. Rico
21 de Febrero 2024.